2013 PINEDA CUARTO DÍA.
Escrito por DE PAMPLIEGA CRA, jueves 13 de marzo de 2014 , 14:14 hs , en PRIMER TRIMESTRE

PINEDA.



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  • Mobiliario de hosteleria el lunes 9 de noviembre de 2020, 07:28 hs

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  • Manoli Sanchez el miércoles 30 de julio de 2025, 10:12 hs

    Crianza de toros de lidia en plena dehesa Sevillana: un legado de tierra, genética y bravura

    En el corazón palpitante de Andalucía, donde la dehesa sevillana se extiende entre encinas centenarias y pastos bañados por el sol, se desarrolla un ritual ancestral: la crianza de toros de lidia. Más que una simple ganadería, este ecosistema único es la base fundamental para que la raza brava despliegue toda su fuerza, nobleza y temperamento. La importancia del lugar no puede subestimarse; aquí, la naturaleza se convierte en el primer artífice del carácter del toro.

    El valor insustituible de la dehesa en la crianza de toros de lidia

    La dehesa sevillana no es un escenario cualquiera, es un verdadero santuario natural donde el toro bravo encuentra la libertad y las condiciones óptimas para crecer en equilibrio con el entorno. Este espacio de encinas, jaras y arbustos silvestres proporciona un alimento natural y variado, así como refugio ante las inclemencias del tiempo, favoreciendo la salud y el desarrollo armónico del animal.

    De hecho, la ganadería de reses bravas que aprovecha este ecosistema respeta una filosofía milenaria: la crianza debe estar al servicio de la naturaleza, no al revés. La interacción del toro con su hábitat es esencial para conservar su bravura auténtica, aquella que solo se forja con libertad, paciencia y tradición.

    Genética y selección: la base científica de la bravura

    La crianza comienza en los cercados abiertos, donde el ganadero diseña minuciosamente el plan genético. La selección de sementales y vacas es un arte que combina ciencia y experiencia para potenciar las líneas de bravura y nobleza. La sincronización de los partos con los meses de mayor abundancia en la dehesa garantiza que los becerros nazcan en condiciones óptimas.

    Durante los primeros meses, los becerros se desarrollan en un ambiente natural, aprendiendo del contacto con la manada y el entorno. Es un periodo donde la alimentación es estrictamente natural y el aprendizaje instintivo, imprescindible para formar el carácter bravo. La supervisión y el respeto por estos ciclos naturales distinguen a las visitas a ganaderias toros que se ofrecen en la zona, donde el visitante puede entender el vínculo profundo entre el toro y su entorno.

    El herradero: tradición y marca de identidad

    Entre los 7 y 12 meses, se celebra el herradero, un momento crucial donde los becerros reciben el hierro distintivo de su ganadería. Este ritual, cargado de simbolismo y rigor sanitario, no solo marca la piel del animal sino también su destino y pertenencia. Cada hierro cuenta la historia de una familia ganadera y una herencia genética que ha perdurado siglos.

    El herradero no es una mera formalidad, sino un acto solemne que subraya la responsabilidad de conservar la autenticidad y calidad del toro de lidia.

    Jerarquías naturales y desarrollo físico en la dehesa sevillana

    El crecimiento del toro bravo se acompasa con la organización social dentro de la manada. De añojo a cuatreño, el toro desarrolla no solo su musculatura y cornamenta sino también un carácter definido, fruto de la convivencia y los enfrentamientos naturales. Esta dinámica social, lejos de ser una simple anécdota, es vital para moldear la fuerza y el temple que caracterizan a cada ejemplar.

    Los mayorales observan cada gesto, cada reacción, interpretando las señales que revelan si un toro tiene la capacidad de llegar a la plaza con dignidad y bravura. La naturaleza misma impone su criterio en un proceso que no puede ser apresurado ni manipulado.

    Para quienes buscan una experiencia auténtica y profunda, conocer que ver en Sevilla incluye la visita a estas dehesas, donde el paisaje, la historia y el toro se fusionan en un espectáculo natural irrepetible.

    La tienta: prueba decisiva para la perpetuación de la raza

    La tienta representa la última y más rigurosa evaluación. Aquí se miden con precisión la bravura, la nobleza, la resistencia y la acometividad de cada ejemplar. No se trata de un show, sino de un juicio técnico donde el futuro de la ganadería se decide bajo la atenta mirada de ganaderos y picadores.

    El resultado de la tienta determina qué vacas serán madres y qué machos se convertirán en sementales o serán destinados a la lidia. Este equilibrio entre ciencia y tradición es la garantía de continuidad de la raza, preservando la esencia y el espíritu de la res brava.

    Control sanitario riguroso: garantía de salud y calidad

    La crianza de toros de lidia está sometida a estrictos controles veterinarios: vacunaciones, desparasitaciones, análisis y protocolos sanitarios nacionales que aseguran la salud integral del animal. La atención ante cualquier eventualidad, desde cornadas hasta enfermedades, es inmediata y profesional, garantizando la recuperación y el bienestar del toro.

    Este compromiso con la salud no solo preserva la calidad de los ejemplares sino que refuerza el respeto y la ética ganadera, inseparables de la cultura del toro bravo.

    El apartado y embarque: el final de un ciclo con respeto y solemnidad

    El apartado es el último acto de selección, donde se eligen los toros que protagonizarán las plazas. Se realiza con precisión, temple y experiencia, siguiendo criterios estrictos de edad, comportamiento y tipología. Los mayorales, a caballo, guían esta labor que requiere equilibrio entre firmeza y respeto.

    El embarque, silencioso y respetuoso, completa el ciclo vital. Cada toro parte hacia su destino en jaulas individuales, bajo un protocolo que prioriza la tranquilidad y el cuidado, conscientes del simbolismo y la responsabilidad que conlleva cada traslado.

    La crianza de toros de lidia, un patrimonio vivo de la dehesa sevillana

    La crianza de toros de lidia en plena dehesa sevillana es mucho más que un proceso ganadero: es un legado cultural, un diálogo entre tierra y animal, un arte que se preserva con respeto y dedicación. La fuerza y bravura que estos toros despliegan en la plaza no surgen por casualidad, sino como resultado de un ciclo de vida natural, paciente y fiel a la tradición.

    Visitar una ganadería en este enclave andaluz es entender que el toro bravo es símbolo de historia, naturaleza y orgullo, donde cada gesto, cada hierro y cada paso en la dehesa cuentan una historia de siglos. Y esa historia, intacta y viva, continúa escribiéndose bajo el sol de Sevilla.

  • Eduardo Orellana el lunes 15 de septiembre de 2025, 12:12 hs

    Extintores y normativas: lo que exige la ley y lo que protege vidas

    En la memoria colectiva, pocas imágenes resultan tan universales como la de un extintor rojo colgado en la pared. No es casualidad. Desde hace décadas, los legisladores han entendido que los equipos de protección contra incendios son una barrera fundamental entre el conato de fuego y la catástrofe. Hoy hablamos de extintores y normativas, de esas letras menudas que parecen burocracia, pero que, en realidad, son la diferencia entre un susto y una tragedia.

    La importancia de contar con equipos de protección contra incendios

    No basta con tener un extintor; debe ser el adecuado, estar homologado, revisado y colocado en el lugar correcto. Porque un extintor vencido o mal instalado sirve tanto como un paraguas roto bajo la lluvia. La normativa española, apoyada en las normas UNE-EN y en el Real Decreto 513/2017, marca con precisión quirúrgica qué se puede instalar, cómo mantenerlo y qué responsabilidades tienen propietarios, fabricantes y empresas mantenedoras.

    Ahí empieza la clave: no hablamos de simple formalismo, sino de seguridad activa. La legislación exige que cada extintor cumpla con los ensayos de calidad y que responda según el tipo de fuego que se pueda dar en cada espacio. En otras palabras: el extintor se convierte en la primera línea de defensa, siempre disponible, siempre preparado, siempre eficaz. Y si alguien cree que basta con “tener uno por si acaso”, conviene recordar que la ley exige más rigor del que aparenta a simple vista. De ahí que, cuando hablamos de extintor, no hablemos de un objeto decorativo, sino de un salvavidas certificado.

    Normativa aplicable a los extintores en España

    Los extintores deben estar certificados antes incluso de fabricarse o importarse. Así lo establece el artículo 5.2 del reglamento de instalaciones de protección contra incendios. Estos equipos deben cumplir las UNE-EN 3-7 y UNE-EN 3-10, que regulan desde el diseño hasta el rendimiento. Los portátiles, por su parte, quedan sujetos a la norma UNE-EN 1866. La lógica es simple: que cada extintor responda de forma fiable frente a la clase de fuego que declare la norma UNE-EN 2.

    El Real Decreto 513/2017 fija además los cronogramas de mantenimiento: trimestral, semestral, anual y quinquenal. Y señala con claridad que estas operaciones deben ser realizadas por personal autorizado, ya sea del fabricante, de una empresa mantenedora o incluso por el propio titular, siempre que cumpla con la capacitación mínima exigida. El mensaje es nítido: no basta con instalar, hay que garantizar que funcione.

    Inspecciones periódicas y vida útil

    Los extintores están sometidos a inspecciones periódicas. Según el Real Decreto 513/2017 y el Real Decreto 560/2010, deben someterse a prueba de presión a clase C cada cinco años, y siempre bajo la supervisión de una empresa autorizada. Este examen, conocido como prueba hidrostática, se realiza con las mismas condiciones y presiones que el primer ensayo de fabricación. Así se garantiza que el equipo resista en caso de emergencia. Y no, los extintores no son eternos: su vida útil se fija en 20 años, tras los cuales deben retirarse de servicio.

    La práctica demuestra que muchos espacios, especialmente industriales y comerciales, mantienen equipos fuera de plazo. Un error que puede salir caro. Al hablar de extintores ABC, por ejemplo, hablamos de polivalencia y eficacia, pero siempre bajo el paraguas de la normativa vigente y con revisiones periódicas al día.

    Instalación de extintores: requisitos y excepciones

    La instalación de extintores en establecimientos industriales es obligatoria en todos los sectores del recinto. La norma solo permite excepciones en aquellos espacios de almacenamiento automatizado, donde no acceden personas y el riesgo queda contenido en sistemas automáticos. En cualquier otro escenario, la obligación es clara: cada sector debe contar con sus propios extintores portátiles.

    Y no basta con colocarlos “por donde quepan”. La normativa fija distancias máximas de 15 metros desde cualquier punto de uso hasta el extintor, además de exigir que estén a menos de 5 metros de la entrada principal y junto a las salidas de emergencia. La altura también se regula: entre 80 y 120 centímetros desde el suelo. Y si colgarlos en pared no es posible, se autorizan soportes de suelo específicos.

    Extintores y equipos eléctricos

    La legislación es especialmente estricta en este punto: donde haya equipos eléctricos o cuadros de más de 24 V, debe colocarse un extintor de CO2 de 5 kg, o bien uno de polvo BC o ABC de 6 kg. Un extintor de agua nunca debe utilizarse bajo tensión. En los de polvo químico seco, debe constar el voltaje máximo para evitar confusiones. Es decir, la compatibilidad entre el riesgo y el agente extintor no es una recomendación, sino una obligación.

    De este modo, un edificio de oficinas con ordenadores, servidores y cableado debe planificar su dotación de extintores de forma distinta a un taller de carpintería, una cocina industrial o un almacén textil. La normativa no es un corsé: es un manual de supervivencia. Por eso conviene asomarse a un blog sobre protección contra incendios para mantenerse al día de estas exigencias.

    Extintores según la carga de fuego

    La legislación establece criterios según la carga de fuego predominante en cada zona. Si el 90% es Clase A (madera, papel, textiles), la zona se considerará de ese tipo. Lo mismo con combustibles Clase B (líquidos inflamables). Cuando la mezcla no supere el 90% en ninguna, se considera zona tipo A-B, y se exige la instalación proporcional de extintores de ambos tipos. Con los combustibles Clase C (gases inflamables), la dotación se ajusta a la reglamentación específica de cada sector. Y si hablamos de metales combustibles (Clase D), entran en juego extintores aún más especializados.

    Obligaciones de mantenimiento y responsabilidades

    El Reglamento de instalaciones de protección contra incendios impone un calendario preciso de revisiones. Cada tres meses: inspección visual, comprobación de accesibilidad y presión. Cada seis meses: verificación completa por empresa mantenedora. Cada año: mantenimiento integral. Y cada cinco años: prueba hidrostática. El incumplimiento no solo implica sanciones, sino un riesgo inasumible para cualquier responsable de instalación.

    Además, la normativa aclara las responsabilidades: el titular de la instalación debe garantizar que los equipos estén operativos, el fabricante debe asegurar la conformidad de producto, y la empresa mantenedora debe dejar constancia documental de cada operación. Un engranaje que, si funciona, reduce la probabilidad de que un incendio acabe en desgracia.

    Normativa que salva vidas

    Hablar de extintores y normativas es hablar de prevención, responsabilidad y protección. No se trata de cumplir por cumplir, sino de asegurar que, cuando la chispa se convierta en llama, alguien —o algo— esté preparado para apagarla. La ley pone los límites, pero la responsabilidad de cumplirlos es de cada empresa, institución y ciudadano. Porque en la ecuación de un incendio, cada segundo cuenta, y el extintor, humilde pero infalible, puede marcar la diferencia entre el desastre y la calma.